La historia del arte francés
incorpora una vasta gama de especialidades. Pionero de este desarrollo
fue Luis
XIV, que durante su reinado lanza una cruzada para dar a la cultura
francesa un impulso no antes visto, logrando mostrar al mundo europeo
que sus arquitectos son geniales y sus artesanos eximios
ebanistas. El legado de Luis XIV (también conocido como Rey
Sol), continua en manos de su nieto, el rey Luis XV, que a alrededor
de 1755 establece un centro productor de porcelanas en Sèvres,
cercana a París, con el propósito de abastecer los requerimientos
de la corona. Maestros del arte plástica francesa se congregan
para crear piezas de cerámica fina, especialidad que luego
se extiende a otros artesanos de diferentes localidades.
El estilo Rococó, en proceso de extinción entre los franceses,
revive por un tiempo más en la porcelana de Luis XV, incorporando colores
vivos y brillantes al nuevo estilo neoclásico romántico en boga.
Desde entonces, la cerámica de Francia goza de gran prestigio en todo
el mundo por su alto estándar de calidad, originalidad de formas e innovación
permanente de su decoración.